Donde aún hablo de ti.

Has hecho pequeña a Madrid (y a mí):
traerías calor con sabor a sal pero
solo ha quedado
frío con sabor a
nada.

Que te abrace la capital y
sus luces.
Que te abrace este invierno frío y
su navidad.
Que te abracen fuertes todos y
los derrita tu corazón:
pedazo a pedazo,
como si hubiera sido yo quien
te abrazara.

Siénteme en cada poro erizado
de tu piel
con cada paso que avances las calles grises
sin nombre.
Siénteme en cada gota de alcohol helado que recorra
tu garganta,
como si de mil colmillos se tratara.
En cada roce tonto de espaldas
con cualquiera que
baile a tu lado a oscuras.
Y, sobretodo,
dibújame en tus sienes la mañana de resaca
(y la de no).

Que te muerda el corazón mi
no-recuerdo cuando toques las nubes de vuelta a casa.

  Que se jodan tus manos que
no han acariciado
mi espalda.
  Que se jodan tus dedos que
no se han enredado entre
mi pelo.
  Que se jodan tus pies que
no se han calentado con
los míos.

Jódete tú en definitiva.
Jódete y vuelve.

Sobretodo vuelve y,
la próxima vez,
no me dejes escapar.